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                     “RESILIENCIA, El trascender de la experiencia  ·  Estrategias psicosociales para la potenciación individuo – comunidad”






           originarios, así como entre pueblos originarios y sociedad civil. La idea es trabajar por una
           ética de la diversidad bajo la cual se respeten los derechos de los colectivos e individuos.
           Para ello, se requiere la inclusión del otro desde una ética forjada sobre el concepto de diver-

           sidad incluyente, misma que repose en una visión intercultural donde la otredad no se asuma
           desde lo distante, sino desde lo próximo. Se necesita una visión en la cual no se descubra en
           nuestros rostros el ser del mestizo, sino el de las raíces ontológicas atravesadas por la cons-

           trucción maltrecha de la herencia de lo indio, lo negro y lo europeo. Esto significa que nuestro
           ser se ha de recuperar desde las raíces indígenas que poseemos y que forman parte de nuestro
           lenguaje y prácticas culturales cotidianas para, así, rescatar el México profundo que propone
           Bonfil (1987). Hablar de la ética de la diversidad implica que la labor del psicólogo coadyuve a
           construir un mundo donde quepan todos los mundos, donde la diversidad no sea connotada

           desde lo peyorativo de la diferencia y los resquemores que pueda acarrear el encuentro con la
           otredad, sino desde el reencuentro consciente con la riqueza de sabernos diferentes, pero hu-
           manos, próximos e incluyentes; otros, pero unos. Desde aquí, la respuesta que se da ante las

           formas hegemónicas de dominación es la de una acción contra hegemónica que potencializa
           la resistencia comunitaria por sí misma.


           En relación con el fortalecimiento del sentido del nosotros, es pertinente indicar un punto sus-
           tancial para la lucha en los procesos de resistencia comunitaria: no se debe enfatizar única-

           mente el trabajo respecto a las carencias o necesidades de los pueblos originarios, sino que es
           necesario poner el acento en el trabajo conjunto en torno a sus fortalezas, sus virtudes y lo
           que ellos tienen por enseñar y transmitir al mundo.



            En tal sentido, se hace referencia al soporte de la vida comunal; es decir, aquello que les hace
           ser comunalidad: el sentido del nosotros. Éste se sustenta en la existencia de la Conciencia del
           Nosotros, el Sentir el Nosotros, el Vocalizar el Nosotros y el Vivenciar el Nosotros. Así, esta
           Conciencia del Nosotros se da mediante el diálogo constante que problematiza la existencia

           de cada miembro del pueblo como parte integrante del todo comunitario se forja, también, a
           través de los valores comunitarios que tienen, como la solidaridad, la cooperación, el respeto,
           el cumplimiento de la palabra dada, la reciprocidad y el compromiso con lo nuestro. Asimis-

           mo, compartir rituales, símbolos y prácticas culturales hace que surja la palabra nosotros en
           el discurso como expresión del sentido de pertenencia que tienen los originarios, de los lazos
           emocionales que los unen, del sentimiento de que no se está solo, de que se forma parte de
           una comunidad, y de que desde esta comunidad adquiere sentido su existir para vivir y com-
           partir con todos. De esta forma, se habla en muchas ocasiones desde la primera persona del

           plural, nosotros, para aludir a que todos viven y experimentan los mismos hechos sociales
           y comparten un mismo sentir sobre el territorio y la vida que trascurre en este escenario. Al
           respecto, Herazo señala que:



                Al Vocalizar el Nosotros se hace presente el Sentir el Nosotros, el Vivenciar el Nosotros y la
                Conciencia del Nosotros, en tanto hay una clara conjunción en los originarios entre lo que
                se dice, lo que se siente, lo que se piensa y lo que se vive. (2014, pp.173-174)



           Al movilizar procesos para el fortalecimiento del sentido del nosotros, el psicólogo social co-
           munitario funge como catalizador para que los integrantes de un pueblo originario trabajen,
           piensen y actúen de forma conjunta para enfrentar los procesos de dominación instaurados
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