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“RESILIENCIA, El trascender de la experiencia · Estrategias psicosociales para la potenciación individuo – comunidad”
La violencia estructural ejercida por el Estado a través de sus instituciones, también se
hace evidente en el despojo de fragmentos de territorio ancestral dentro de la ciudad que
originalmente pertenecieron a los pueblos originarios. Tal situación se ha presentado en
diversas ocasiones: durante el proyecto de construcción de la línea 12 del metro en la
ciudad de México; cuando hubo la intención de construir un aeropuerto internacional en
San Salvador Atenco; en el proyecto del deprimido Insurgentes-Mixcoac; cuando se hizo
la propuesta de edificación de la Ciudad del Futuro en los pedregales de Coyoacán; al con-
templar la creación de las Zonas de Desarrollo Económico y Social (ZODES) en el Distrito
Federal y su área conurbada; y en los proyectos de construcción de los arcos norte y sur.
Otro ejemplo de violencia estructural ejercida por el Estado se presentó en la ciudad de
México en el año 2013. Ese año, el pueblo originario de Santa Martha Acatitla, ubicado en
la delegación Iztapalapa, enfrentó obstáculos para la reproducción de su cultura puesto
que fueron reprimidos por la fuerza pública que impidió la celebración de sus fiestas pa-
tronales (Herazo, 2014).
Resulta claro que la hechura de ciertas leyes y normas delimita la autoridad ejercida por el
Estado a través de sus poderes y, al mismo tiempo, fomenta la exclusión y represión voraces
de los pueblos originarios como formas de dominio. La respuesta de los pueblos originarios
ante esto ha sido contundente y el Estado- nación mexicano ha intentado detener o conte-
ner las formas de resistencia comunitaria a través de la violencia estructural ejercida por
sus instituciones. Así, pretende imponerse como sujeto político hegemónico. Este vaivén en
las relaciones de fuerza, ha traído como consecuencia una fluctuación del poder, de manera
tal que éste cambia, varía y se invierte en la medida en que los pueblos originarios luchan
por sus derechos.
Resistencia frente a la violencia simbólica
Para los sociólogos franceses Bourdieu y Passeron (1995), la violencia simbólica es la imposi-
ción de significados y valores que son enseñados como legítimos. La acción violenta es ejerci-
da por el dominador con el fin de vencer las resistencias culturales que le son antagónicas. De
tal forma, el sistema dominante requiere de la violencia simbólica para mantener las relacio-
nes asimétricas de poder.
En México, las prácticas de violencia simbólica hacia los pueblos originarios se ven refleja-
das en las estructuras de poder que imponen un idioma universal para la educación en los
niveles básico, medio superior y superior. Un ejemplo de ello es la pérdida de la lengua ná-
huatl. Aunque en contados casos se han creado escuelas bilingües que, en sus programas
académicos, anexan las lenguas nativas, los alumnos que se incorporan a estos centros
educativos terminan perdiendo no solo su lengua madre, sino también sus usos y costum-
bres, ya que son educados desde un sistema pedagógico que no incorpora la cosmovisión
de los pueblos indígenas. Como muestra, las matemáticas no son enseñadas de manera
acorde con la cultura maya; a los descendientes mayas se les impone el aprendizaje del
sistema decimal, sin respetar el suyo, de carácter vigesimal. Esto es una clara evidencia de
la imposición de un arbitrio cultural. Otra forma de violencia simbólica se encuentra en la
imposición de formas de socialización. A través de centros de diversión para jóvenes, como

