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                     “RESILIENCIA, El trascender de la experiencia  ·  Estrategias psicosociales para la potenciación individuo – comunidad”






           político democrático. De tal forma, la acción del colectivo persigue preservar los contenidos con-
           cretos del ámbito de las prácticas sociopolíticas propias que subyacen a sus valores culturales y
           cosmovisión, extendiendo ésta, además, a los actores excluidos. A su vez, se plantea “el control

           de la toma de decisiones sobre la permanencia o el cambio cultural como vía política para que
           los grupos subalternos luchen por conservar su autonomía y su identidad propia” (Bonfil, cita-
           do por Pérez, 2013, p.124). En las propuestas también se advierte la resistencia como respuesta

           a la dominación a través de la defensa y el mantenimiento de sus formas de participación: la
           guardia indígena, las asambleas permanentes y los Caracoles. En estos casos, las formas de or-
           ganización y participación comunitaria tienen sus raíces en el ejercicio de acciones autónomas,
           visibilizadas como práctica de resistencia cultural, política y comunitaria.




           ¿Frente a qué resisten los pueblos originarios?




           Reflexionar sobre el origen del término pueblos originarios abre el camino para comprender
           frente a qué resisten estos actores sociales en la ciudad de México. Dicha nominación es re-
           sultado de una construcción social que emerge a partir del acto de resistir de un colectivo
           autoadscrito a esta categoría. Se trata de una estrategia política para luchar por su identidad;
           la preservación de sus costumbres; su reconocimiento como sujetos de derechos políticos; y

           la defensa de sus recursos naturales, tierra y territorio. Es así como los pueblos originarios, a
           partir de 1996, iniciaron un proceso de resistencia que confronta el orden social dominante y
           que busca su reconocimiento. Una de sus características fundamentales es que “reivindican

           su pasado mesoamericano y colonial a través del ciclo agrario y (…) su denominación está
           conformada por el nombre de un santo y un nombre en náhuatl” (Herazo, 2015, p.20).


           Si bien la resistencia comunitaria de los pueblos se hace visible en épocas recientes en la ciudad
           de México, la lucha de estos pueblos por más de 500 años se preserva en la memoria colectiva

           de la vida comunitaria, cuyo punto álgido de expresión es la adhesión a la emancipación zapa-
           tista en la Revolución Mexicana. Este ideal de lucha fue retomado a partir del levantamiento
           del EZLN en 1994 y se concretó en la ciudad de México a través del Foro de Pueblos Originarios

           del Anáhuac, celebrado en la Delegación Milpa Alta en 1996 (Medina, citado por Herazo, 2014).


           Ahora conviene distinguir cuál es el ideario que enfrentan los pueblos originarios. El supuesto
           del que se parte es que éstos resisten frente a las formas de dominación ejercidas por el Estado
           y una clase social con privilegios en la dinámica del sistema-mundo (Wallerstein, 1999). Estas

           formas de dominación se hacen explícitas a través del ejercicio de las violencias estructural
           y simbólica como modos de control sobre los pueblos originarios para lograr su obediencia y
           sumisión, así como asegurar la expansión del proyecto neoliberal. A continuación, se identifi-

           carán las especificidades que tiene el cuerpo al que se hace frente en el proceso de resistencia
           de los pueblos originarios.




           Resistencia frente a la violencia estructural



           Tortosa (2003) señala que a causa de los procesos de estratificación social se practica violen-
           cia estructural en aquellas situaciones en las que se ocasiona un daño a la satisfacción de
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