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                     “RESILIENCIA, El trascender de la experiencia  ·  Estrategias psicosociales para la potenciación individuo – comunidad”






           Por su parte, Lacan aborda la resistencia en términos de resistencia del analista. Como explica
           Leibson (2012), fue a partir de los primeros seminarios de Lacan que la resistencia ya no pudo
           ser considerada como algo propio o exclusivo de la persona analizada; el analista también es

           partícipe en su surgimiento y mantenimiento. En tal sentido, Lacan sugiere que la resistencia,
           en tanto obstáculo, no debería buscarse en otro lado más que en uno mismo. Él sostiene que
           “quien aplica una fuerza, provoca una resistencia” (Lacan, citado por Leibson, 2012, p. 81).



           Por otro lado, desde el enfoque cognitivo-conductual, la resistencia puede referirse a aquellos
           actos que tienden a sabotear el proceso de orientación propuesto por el psicólogo. Su apari-
           ción durante la intervención terapéutica se considera una señal de alerta (Naranjo, 2004).



           Al contrastar las dos escuelas mencionadas, con sus diversas vertientes, se identifica que, para
           el psicoanálisis, la resistencia se presenta como un evento intrapsíquico que se gesta en el paso
           del consciente e inconsciente, y en la dinámica establecida entre el ello, el yo y el superyó, a tra-

           vés de deseos, pulsiones y compulsiones. Mientras, a la luz de la escuela cognitivo-conductual,
           el estudio de la resistencia aborda el vínculo entre pensamiento y conducta para modificar los
           esquemas disfuncionales y los pensamientos automáticos que se les desprenden. Pese a sus di-
           ferencias, en ambas escuelas existen puntos de encuentro. Las dos posturas buscan eliminar la
           resistencia para avanzar hacia la mejora del individuo. Paradójicamente, en el caso del psicoaná-

           lisis, la resistencia es un elemento positivo que coadyuva a señalar la dirección en la que se debe
           desarrollar el trabajo. A su vez, en la escuela cognitivo-conductual, la resistencia ayuda en la
           elaboración del diagnóstico, al averiguar algo nuevo acerca del sujeto y del proceso psicoterapéu-

           tico, lo que constituye una oportunidad para hacerle ajustes a partir del nuevo conocimiento. La
           paradoja reside, entonces, en que la resistencia es abordada como un obstáculo que se opone a
           la fuerza ejercida por un ente sobre sí mismo o en la relación terapéutica pero, al mismo tiempo,
           éste puede surgir como estrategia de intervención porque muestra hacia dónde guiar el proceso
           terapéutico. Si bien el carácter fundamental de la acción de resistir connota valores negativos, a

           nivel operacional adquiere un valor positivo que dinamiza la ruta de acción a seguir con el sujeto.


           El enfoque de la Gestalt, a diferencia de las anteriores perspectivas, trasciende la dimensión

           individual de la resistencia hacia la interacción entre el individuo y el medio ambiente. Des-
           de tal orientación, la resistencia adquiere un carácter valorativo positivo, al ser considerada
           como potencia. En este sentido, la terapia gestalt asume a la resistencia como “una fuerza
           valiosa del ajuste creativo del organismo a su entorno que fue usada, en un inicio, con el ob-
           jetivo de manejar condiciones ambientales desfavorables o dañinas” (Perls et al.; 1951; Polster

           y Polster; 1973 y Schneider, 2001, citado por Sassenfeld, s.f.).


           A modo de crítica, se puede decir que las tres perspectivas psicológicas expuestas refieren a

           un sujeto individual encapsulado en el solipsismo con pocos puntos de contacto; es decir, un
           sujeto psicologizado que reduce la realidad social al “sí mismo”, en el mejor de los casos. Aun-
           que aborda el campo de interacción entre el individuo y el entorno, y la relación de la psique
           con las condiciones ambientales, el enfoque de la Gestalt resulta insuficiente para advertir el
           carácter social de la construcción, aparición y mantenimiento de la resistencia.



           El poder es un concepto central para comprender lo anterior. Con respecto de éste, es perti-
           nente recurrir a Giraldo (2006), quien retoma la concepción foucaultiana sobre el poder y la
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