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“RESILIENCIA, El trascender de la experiencia · Estrategias psicosociales para la potenciación individuo – comunidad”
Esta falla es vivida por los pueblos originarios de la ciudad de México y de toda la república;
de ahí que tengan que resistir frente a un proyecto neoliberal en expansión.
Sobre la clase social y los grupos con privilegios
En México, el uso de los recursos está sustancialmente determinado por una clase sobre
otra: el grupo mestizo por sobre el indígena. Así, el reparto económico y el acceso o la
posibilidad de uso de los recursos son resueltos sistemáticamente a favor de las clases
privilegiadas, en detrimento de quienes tienen menos recursos. Entre los segundos, los
más pobres en la historia nacional han sido los pueblos originarios e indígenas. El reco-
nocimiento de la existencia de la injusticia y desigualdad en el uso de los recursos ma-
teriales y sociales hace tácita la violencia estructural. Ésta puede tener muchas caras: la
legitimación de leyes que favorecen a quienes detentan el poder para pasar por sobre de
los derechos de los pueblos originarios; el racismo; y las escasas posibilidades que tienen
los pueblos originarios frente a otros sectores de la población para acceder a programas
de salud, educación y cultura. El caso de San Bartolo Ameyalco es una muestra fehacien-
te de la inequidad en la distribución de recursos en la ciudad de México. Ahí, las fuentes
del ojo de agua (manantial) son usufructuadas a través de la construcción de una obra
hidráulica que beneficia a la clase alta de la ciudad, yendo en detrimento de las condi-
ciones de vida y subsistencia de los originarios y avecindados del pueblo (Tourliere, 6 de
marzo de 2015).
Sobre el ejercicio del Estado
El Estado-nación mexicano se ha construido al margen del reconocimiento de las minorías
activas y de la aceptación de una nación étnica y culturalmente diversa (Herazo, 2012). Sor-
prende que la construcción de la unidad nacional se forje desde un claro ejercicio de violencia
estructural sobre los pueblos originarios e indígenas. Aunque en la Constitución Política se
reconoce la pluralidad del país, se ha invisibilizado la existencia de pueblos originarios en la
ciudad de México ya que no son reconocidos como sujetos de derechos políticos. Por tanto, se
desatienden y se desconocen las raíces históricas y culturales que los determinan, las cuales
se refieren a poseer un legado mesoamericano y precolombino.
Con respecto de la situación descrita, se ha buscado realizar cambios a nivel constitucional
y en la hechura de leyes vinculantes a los derechos de los pueblos originarios como actores
sociales. Esto se evidencia en las luchas que han emprendido estos colectivos por mantener
sus panteones comunitarios, tener formas de autogobierno y proponer consideraciones sobre
el etnodesarrollo. Contradictoriamente, las leguleyas van de la mano con la instrumentación
de procesos de dominación legal que atribuyen legitimidad y legalidad a los órdenes sociales
establecidos, asimismo estipulan la realización de proyectos de desarrollo urbano y megapro-
yectos que no se vinculan con los ejercicios de participación democrática de la comunalidad.
Lo anterior da cuenta de un claro atropello y vulneración de los derechos de los pueblos ori-
ginarios, dado que éstos cuentan con un sistema de organización comunitaria que, por prin-
cipio consuetudinario, refiere a un cuerpo autónomo.

