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                     “RESILIENCIA, El trascender de la experiencia  ·  Estrategias psicosociales para la potenciación individuo – comunidad”






           de resiliencia frente a circunstancias sociales desfavorables. Góis (2004), refiere al respecto que
           éste pude ser un factor de protección y de desarrollo de dinámicas de fortalecimiento de la iden-
           tidad no solo individual sino comunitaria convirtiéndose así en una opción de enfrentamiento.



            A partir de estas definiciones se infiere su importancia en la construcción de comunidad y
           por tanto en los procesos de transformación social, bienestar individual y psicosocial, con la

           capacidad de propiciar estrategias para afrontar la vida comunitaria con sus devenires, reco-
           nocer los factores protectores que nos ayudan a asumir las dificultades y aportar de manera
           constructiva en el fortalecimiento del tejido social.


            McMillan & Chavis (1986), plantean la presencia de cuatro componentes en este proceso. El

           primero de ellos es la membresía, definida como el sentimiento de pertenecer a una red de
           relaciones, la cual facilita el desarrollo de símbolos y lleva a la diferenciación entre quienes
           forman parte de la comunidad y quiénes no. Contempla límites geográficos y simbólicos, se-

           guridad emocional y confianza, sentidos de pertenencia e identificación, inversión personal,
           historia y sistema simbólico compartido y aprehensión de acontecimientos de la comunidad
           (Maya, 2004; McMillan & Chavis, 1986).


           El segundo se denomina influencia y resalta la importancia que llegan a tener las personas

           dentro de un grupo. Es tal su importancia que es en razón a ello que la comunidad se une,
           estableciéndose influencia en doble vía, de individuo hacía el grupo y del grupo hacía el indi-
           viduo (McMillan & Chavis 1986).



           El siguiente elemento es el refuerzo de las necesidades en el que éstas pueden ser satisfechas
           a través de los recursos del grupo, al compartirse una membresía en éste. Se plantea la im-
           portancia de este elemento, al afirmarse que el refuerzo y la satisfacción de las necesidades,
           tales como membresía, el éxito de la comunidad y la competencia o capacidades, son una

           función primordial de una comunidad. De esta manera, una comunidad fuerte debe tener la
           capacidad de satisfacer las necesidades de sus integrantes y las de ella misma (McMillan &
           Chavis 1986).



           Finalmente, la conexión emocional es el cuarto elemento. En este se establece el compro-
           miso entre los miembros, como resultado de las experiencias compartidas, las historias, los
           lugares. Entre más positivas sean las relaciones entre los integrantes del grupo, más fuertes
           serán los vínculos; Si el tipo de interacción es ambigua y las tareas de la comunidad quedan

           sin resolver, la cohesión del grupo se debilitará. En este planteamiento, las comunidades más
           sólidas son aquellas que ofrecen a los integrantes maneras positivas de relación, situaciones
           importantes para compartir y estrategias adecuadas de resolverlos problemas y experimentar

           vínculos de tipo espiritual. (Mc Millán & Chavis 1986).


            A partir de los planteamientos previos, se puede afirmar que es a través de este proceso que
           se privilegian relaciones de tipo horizontal y dialógicas, que favorecen el reconocimiento del
           otro en su diferencia y se valora la presencia de conflicto como oportunidad. De esta manera

           las dimensiones éticas y políticas de la psicología comunitaria se expresan, y tienen todo el
           sentido para la reconstrucción del tejido social de los grupos y la ampliación y mejora de sus
           condiciones de bienestar psicosocial.
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