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“RESILIENCIA, El trascender de la experiencia · Estrategias psicosociales para la potenciación individuo – comunidad”
e vive una colonialidad de saber y de poder (Quinjano, 2010) que sería un proceso que
implica una dominación cada vez más diversificada que sobrepasa los niveles eco-
nómicos y políticos. Se marcan relaciones desiguales, jerárquicas y exploratorias. A
través de un proyecto de poder, se construye un monopolio de saber, donde determi-
S nados modelos son legitimados y acaban por dominar y subyugar a minorías étnicas,
culturales y económicas (Souza Santos, & Meneses, 2010).
Esta colonialidad de saber y de poder es fruto de sociedades anteriormente marcadas por las lógi-
cas de la relación colonia / metrópoli, donde la población colonizada fue despojada de sus saberes
y medios de expresión. La colonialidad es sostenida y tiene su mantenimiento alimentado en una
imposición del patrón mundial del capital, de un etnocentrismo donde la manera de pensar y de
organizar es puesta como central, reproduciendo intereses particulares de ciertos modelos econó-
micos y políticos (Quinjano, 2010; Souza Santos & Meneses, 2010). Las sociedades, entonces, están
marcadas por una lógica de clasificación y de jerarquización. La estigmatización de la pobreza
constituye un proceso de opresión con el objetivo de mantener la desigualdad social, debilitando
los procesos de resistencia y de enfrentamiento a esa realidad. (Moura Jr., Ximenes, Sarriera, 2015)
En lo que concierne a la ciencia psicológica, se sabe que tradicionalmente ésta tiene sus cons-
tructos teóricos dirigidos a una minoría poblacional, desarrollando un saber psicológico a-his-
tórico, descontextualizado y descompromiso con los problemas concretos de la población (Góis,
2005). La neutralidad, experimentación, tecnicismo y objetividad acabaron por proporcionar
elementos para investigaciones sobre procesos de ajuste y conducta, contribuyendo a ratificar
estrategias de control y mantenimiento (Nascimento, Manzini & Bocco, 2006; Guzzo, 2010).
Destacamos que en la década de 1960, en América Latina, se instaló un movimiento de crítica a
la Psicología Social dicha tradicional. Se vivía una realidad de dictaduras militares, recesiones
económicas, desigualdad social territorio latino. Sin embargo, se inició un proceso de nuevas
elaboraciones teóricas, metodológicas y éticas en el campo de la Psicología. La Psicología Co-
munitaria surgía a finales de la década de 1960 como una disciplina orientada por una praxis
liberadora, tomando como base las propias condiciones (actuales y potenciales) de desarrollo
de la comunidad y de sus habitantes. Lo fundamental, en esa perspectiva, es la comprensión
del modo de vida de la comunidad y la realización de sus potenciales de desarrollo personal y
social “(Góis, 2008, p. 82). Se percibe la necesidad y la relevancia de actuar junto a la población
inmersa en condiciones de opresión material, simbólica, social e ideológica a partir de dife-
rentes ámbitos del conocimiento (Cidade, Moura Jr. & Ximenes, 2012).
Así, se concibe la necesidad de sumergirse en la realidad por medio de la vivencia y construir
relaciones dialógicas con foco en el cambio social. Se entiende que para que ocurran cambios
en ese sentido se debe primero facilitar procesos de fortalecimiento personal y comunitario.
El fortalecimiento está concebido con un proceso comunitario en el que los individuos actúan
conjuntamente con sus habilidades y recursos de forma consciente y crítica con el objetivo de
transformar la realidad. Este cambio ocurre a partir de las necesidades y aspiraciones colecti-
vas, pudiendo también transformarse a sí mismo en esa dinámica (Montero, 2003).
El fortalecimiento también puede ser concebido como las consecuencias de las acciones de
resiliencia crítica. Se entiende que la resiliencia es un proceso de enfrentamiento de crisis y ad-

